miércoles, 30 de junio de 2010

Escorpiones

Los escorpiones viven en la noche. Cada vez que el sol desaparece del cielo bajan de telarañas amarradas a las estrellas, se deslizan por el cielo sin cadencia o gracia y caen en la cabeza de la gente desprevenida, causándoles la muerte instantánea por la maldición que sus padres sembraron. Los escorpiones tienen pinzas de carbón, de obsidiana y cenizas que hacen que los niños enloquezcan en las horas del amanecer. Los gritos son culpa de los escorpiones, su veneno es débil porque les gustan más los gritos que el silencio, y los muertos no gritan.

Cuando la luna está llena es peor, porque caen todos los escorpiones en el mismo lugar, por eso nadie vive en el desierto, ahí es donde caen más seguido. La luna los transforma en cosas peores, en bichos discretos sedientos de almas, su veneno es más fuerte y no se ven sino en la luz negra que reacciona y los hace brillar.
Pero cuando la luna no está llena se mezclan mejor en las sombras, y usan esas pinzas endemoniadas para cortarte en pedazos.

Antes era peor, antes del hombre. Porque los escorpiones eran gigantes, y se comían a las manadas que corrían asustadas por la tierra, y chorreaba la sangre y por eso las piedras de aquí son rojas. Y también se comían a las parvadas, porque cuando caen del cielo por las telarañas se agarran de las aves y las devoran.