jueves, 1 de noviembre de 2012

Viento

Tú perteneces a otros vientos.
No a los míos.
Aunque los junté y los preparé.
Los avivé.
Los avivé para ti.
Y tú los sentiste, te envolvieron.
Pero no te dejaste llevar.
No flotaste.
Porque tú eres de otros vientos.
Lejanos, extraños, ajenos.
No gastes el aire, es lo que respiro.
Aire que te di, que no cabe en tus pulmones.
Que ya están llenos.
Llenos de otro aire.
Un aire lejano, que aquí no existe.
Que aquí ahoga.
Que aquí no se puede respirar.

miércoles, 15 de junio de 2011

Tus Ojos

Tus ojos son lo que más ha cambiado.

Antes encontraba ahí refugio contra el mundo, asilo contra el dolor.

Ahora sólo hay odio y desconfianza, y cuando tú odias odias a muerte.

Y me envenenas, me intoxicas, me quieres muerto.

Un racimo de pústulas crece de mi dorso, sube por mi espalda, infecta mis nervios, tiñe mi piel de amarillo.

Trato de hablarte, pero mis ideas se vuelven fuego y mis palabras ceniza.

El odio engendra odio y he llegado a odiarte, te empujo al asfalto, tú sangras ideas.

Maldices mi vida y tu suerte, me encierras en odio, me asfixias en asco, repudias mi escencia.

Me hundo en tragedia, hielo cruel de silencio, las fuerzas me fallan, se secan mis venas.

Tus manos me aferran, con dolo evidente, no escondes tu ira ni tu sed de romperme.

Son párrafos incompletos, son espacios muertos, son nudos de horca, son ojos de odio.

Tus ojos cambiaron, yo muero de a poco.

miércoles, 9 de febrero de 2011

El Ángel de la Guarda Hijoputa

El hombre en el callejón estaba sentado, recargado contra la pared.

La pared, un collage, un encimadero de propaganda: bandas, grafos, putas.

El encimadero, cubierto de sangre fresca.

La sangre, embarrada también en cuatro nudillos.

Los nudillos, sucios y pelados, pertenecen a un Ángel.

El Ángel, un Ángel de la Guarda Hijoputa.

Hijoputa, porque en vez de aconsejar y mandar señales manda madrazos y tira dientes.

Dientes, que antes pertenecían al hombre en el callejón.

El hombre, que asaltó al tipo equivocado, en la calle equivocada.

El tipo, que sin rezar ni pedir recibió un Ángel de la Guarda Hijoputa.

Hijoputa, porque ni tardo ni perezoso le meó encima al hombre del callejón mientras su voz esculpía risotadas por las paredes y las calles.

Risotadas que no eran de un Ángel, un Ángel con alas en forma de un delantal grasoso.

El delantal,  parecido a su aureola de pelo chino, grasoso.

Lo grasoso, rasgo inequívoco de la presencia de un Ángel de la Guarda Hijoputa.

Hijoputa, porque si el diablo asalta con cuchillo él protege con dos ganchos al hígado y un azotón contra  la pared.

Azotón, acompañado con un tronido brutal  y su voz,  gruñendo de satisfacción.

Su voz, que angelical bramó: “¡Vuelves a tocar al Flaco y te mueres cabrón!”

 

 

Más sobre Ulises aquí.

domingo, 24 de octubre de 2010

Lodo

De la nada se retuerce el montón de lodo, de la espesa viscosidad se extienden apéndices; uno, dos, tres, cuatro, cinco. Eso que se ve ahí bien podría ser un pulgar. De la podredumbre agusanada surge una extremidad, algo parecido a una pierna tullida o un brazo deformemente alargado. Entre el hedor a vegetación podrida se levanta una luz pequeña, el fuego fatuo abre un boquete donde podría caber un corazón reseco. En la masa putrefacta reposa una roca corroída y enmohecida; coronada con juncos podridos; engarzada con moscas, larvas y alimañas rastreras; con agujeros que recuerdan a la expresión del más grande vacío.

¿Hay un hombre en el horrible lodo?

No. En el lodo sólo hay lodo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Ascensión

Brotó del fondo de la tierra, de un mar de fuego. El grito de su liberación retumbó en la bóveda celeste y le dio voz a los rayos que anunciaban su llegada. Sus brazos levantados en señal de triunfo cayeron contra los muros de su prisión, haciendo retumbar los cimientos de la creación misma. Las marcas de sus manos transformaron las montañas en valles y abismos profundos, cambiando al mundo.

Su imponente figura, alta sobre el mundo que lo contuvo en el apogeo de su gloria, eclipsó la luz del Sol y sumió a sus enemigos en la sombra y la desesperación. Su mirada era el escape de su ira contenida, que cavaba hoyos en la carne de sus enemigos y lo recompensaba con un coro de grito y llanto. Cuando el ser abandonó su prisión la tierra se cubrió de azufre y metal fundido, dando cruel sepultura a la descendencia de sus captores.

miércoles, 30 de junio de 2010

Escorpiones

Los escorpiones viven en la noche. Cada vez que el sol desaparece del cielo bajan de telarañas amarradas a las estrellas, se deslizan por el cielo sin cadencia o gracia y caen en la cabeza de la gente desprevenida, causándoles la muerte instantánea por la maldición que sus padres sembraron. Los escorpiones tienen pinzas de carbón, de obsidiana y cenizas que hacen que los niños enloquezcan en las horas del amanecer. Los gritos son culpa de los escorpiones, su veneno es débil porque les gustan más los gritos que el silencio, y los muertos no gritan.

Cuando la luna está llena es peor, porque caen todos los escorpiones en el mismo lugar, por eso nadie vive en el desierto, ahí es donde caen más seguido. La luna los transforma en cosas peores, en bichos discretos sedientos de almas, su veneno es más fuerte y no se ven sino en la luz negra que reacciona y los hace brillar.
Pero cuando la luna no está llena se mezclan mejor en las sombras, y usan esas pinzas endemoniadas para cortarte en pedazos.

Antes era peor, antes del hombre. Porque los escorpiones eran gigantes, y se comían a las manadas que corrían asustadas por la tierra, y chorreaba la sangre y por eso las piedras de aquí son rojas. Y también se comían a las parvadas, porque cuando caen del cielo por las telarañas se agarran de las aves y las devoran.

sábado, 15 de mayo de 2010

Rock

Sabes que el rock es lo tuyo cuando dicen Pantera y no piensas en un animal