miércoles, 14 de julio de 2010

Ascensión

Brotó del fondo de la tierra, de un mar de fuego. El grito de su liberación retumbó en la bóveda celeste y le dio voz a los rayos que anunciaban su llegada. Sus brazos levantados en señal de triunfo cayeron contra los muros de su prisión, haciendo retumbar los cimientos de la creación misma. Las marcas de sus manos transformaron las montañas en valles y abismos profundos, cambiando al mundo.

Su imponente figura, alta sobre el mundo que lo contuvo en el apogeo de su gloria, eclipsó la luz del Sol y sumió a sus enemigos en la sombra y la desesperación. Su mirada era el escape de su ira contenida, que cavaba hoyos en la carne de sus enemigos y lo recompensaba con un coro de grito y llanto. Cuando el ser abandonó su prisión la tierra se cubrió de azufre y metal fundido, dando cruel sepultura a la descendencia de sus captores.